La gestación y nacimiento de una marca es un proceso largo y muy elaborado. Con una marca no sólo nace su logotipo, nace toda una propuesta de valores y elementos visuales que se suelen resumir y especificar en el que llamamos “Manual de imagen corporativa”.
Sin embargo, una marca no está resuelta con la entrega de su manual. Como si de un ser vivo se tratara, debe ser cuidada, desarrollada y adaptada a su entorno en el día a día, con la finalidad de que por más que pasen los años siempre se mantenga fiel y coherente a la propuesta de valores con la que nació. A la estructura humana y técnica que se encarga de vigilar esto la conocemos como Brand Guardian.
Qué mejor forma de resaltar la importancia para una marca de crear un buen plan de Brand Guardian que demostrar visualmente lo que sucede cuando éste no se aplica correctamente. A continuación demostraremos con dos ejemplos reales, Renfe (Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles) y RTVE (canal televisivo de España), lo que sucede cuando una marca nace de forma brillante, pero en su desarrollo se acaba deformando su propuesta inicial.
¿Qué ha sucedido?
Seguramente sea un conjunto de muchas cosas: entre ellas la externalización, sin un proceso de control posterior, de la gran mayoría del material de comunicación que se genera, el que la gestión de la marca no esté centralizada y nazca material de marca de muchos puntos de la empresa o incluso distintas administraciones públicas sin intercomunicación entre ellas. En definitiva, ha fallado en crear una buena estructura de control que hubiese sabido mantener el espíritu de la marca, más allá de tener simplemente una oficina encargada.
El caso de Renfe
Con la división en el año 2005 de la antigua Renfe en dos empresas, surge la necesidad de dar un aire más moderno y renovado a la nueva Renfe Operadora, heredera de la actividad ferroviaria de su predecesora del mismo nombre. La agencia Interbrand fue la encargada de dar a la marca histórica una imagen y unos valores completamente nuevos. Se introdujo un nuevo logo, una sintonía musical, se definió firmemente el Pantone 2425 como color corporativo, se desarrolló una tipografía propia—Renfe Vialog— y, con la intención de aportar valor de movimiento, velocidad y dinamismo, se introdujeron las formas inclinadas como recurso expresivo.
Los primeros años de la nueva Renfe fueron fieles a la marca, algo no muy difícil, puesto que Interbrand había dado plantillas y recursos suficientes como para permitir que la marca se pudiera defender en su día a día sin tener que generar demasiado material. Pero claro, mucho ha llovido desde entonces: La antigua Feve hoy es una nueva submarca de Renfe; las estructuras de Cercanías, Integria o Mercancías son distintas, y el portal web también. Y aquí es donde Renfe se ha perdido. Como ejemplo más claro tenemos la dejadez en algo tan importante como la acogida de Feve en el portfolio de marcas de Renfe, o el utilizar colores fuera de marca o tipografías que no le corresponden.
¿Qué ha sucedido?
Seguramente sea un conjunto de muchas cosas: entre ellas la externalización, sin un proceso de control posterior, de la gran mayoría del material de comunicación que se genera, el que la gestión de la marca no esté centralizada y nazca material de marca de muchos puntos de la empresa o incluso distintas administraciones públicas sin intercomunicación entre ellas. En definitiva, ha fallado en crear una buena estructura de control que hubiese sabido mantener el espíritu de la marca, más allá de tener simplemente una oficina encargada.
El caso de RTVE
Radio Televisión Española, llevaba décadas casi con la misma imagen. Fue en 2008, coincidiendo entonces con un momento dulce en audiencias y reputación del grupo, cuando se decidió que había llegado el momento de renovar por completo la cara externa del ente público de radio y televisión.
Esta tarea se le encargó al estudio SUMMA. Los padres de esta nueva imagen quisieron basar su propuesta en un lenguaje visual optimista y en movimiento, y como eje central de todo el universo de marca, el concepto de la luz en colores brillantes y llamativos.
Las incoherencias a la propuesta inicial en este caso no tardaron en llegar. Todo comenzó cuando RTVE decidió encargar a otro estudio distinto al que había ideado el universo de marca las aplicaciones prácticas de ésta (Cortinillas, promos, grafismo,…). Este nuevo implicado falló al crear un material que nada tenía que ver con el concepto de SUMMA: Se introdujeron pastillas ¡negras! para los grafismos y se hicieron planos y estáticos los degradados de los logos de los canales, cuando precisamente la idea era que el logotipo fuera tipográfico y el degradado fuera adaptable a su aplicación. Incluso en muchos casos no se ha usado la tipografía corporativa de RTVE, una versión específica de la Officina, usándose la versión comercial de ésta en su lugar.
¿Qué está fallando?
La marca desde el 2008 ha tenido altibajos, con algunos desarrollos muy buenos y dentro de la marca y otros completamente desentonados; es decir, no se ha sabido garantizar la fidelidad a unos valores por los que en su momento RTVE pagó a SUMMA. Quizás esto se deba en parte a que la mayoría de proyectos de cierta envergadura se externalizan a muchas empresas distintas, prescindiendo del equipo de grafismo de la casa para la realización o al menos control de las piezas que se entregan, lo cual redunda en resultados muy dispares. Los equipos siempre son distintos, incomunicados, y con recursos y estilos muy diferentes. De nuevo, vuelve a fallar una mala política de Brand Guardian.
La solución: Brand Guardian
Como vemos, en ambos casos, el factor común es la falta de coordinación y control. Aquí es donde cobra significado el Brand Guardian.
La figura del Brand Guardian surge de la persona o equipo que de forma coordinada y centralizada se encarga de hacer pasar por un filtro de calidad cualquier material expresivo de una marca (externo o interno), y además, aporta su experiencia y creatividad en mejorar el material que recibe.
Un equipo de Brand Guardian, por tanto, está compuesto por profesionales que trabajan a diario la marca, la han estudiado, y en consecuencia, la conocen como la palma de su mano.
¿Y algo así no es complicado de llevar a la práctica en marcas con presencia muy descentralizada? No debería serlo, al menos en el mundo digital de hoy en día no parece complejo el desarrollar un entorno colaborativo a través de internet, en la que cada profesional muestre sus trabajos a sus compañeros y que estos puedan valorarlos y dar feedback para que estos estén lo más cercanos al posicionamiento de la marca que sea posible.
En definitiva, es más la la necesidad de concienciación de saber poner en valor en la compañía una cultura de marca saludable que las limitaciones técnicas que esto pudiera ocasionar.
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